Resumen de la editorial
“Quiere más tiempo Sr. Brown, por supuesto que sí. Todos queremos más tiempo. Déjeme hacerle una oferta…”
Andrew Brown nunca tiene tiempo suficiente. Ni para llamar a su hermana, ni para preparar esa presentación importante en el banco donde trabaja. El tren llega tarde, el ascensor se estropea. Si sólo tuviese un poquito más de tiempo. Y el tiempo es oro para el Sr. Symington y el Sr. Blenkinsop. Le prestarán un poco – a cambio de un razonable interés.
Al detectar el problema, el Doctor, Amy y Rory se cuelan en el banco. Pero tienen que moverse rápido para detener a Symington y a Blenkinsop antes de que cobren sus inversiones.
Una nueva y emocionante aventura del Doctor, Amy y Rory, interpretados por Matt Smith, Karen Gillan y Arthur Darvill en la espectacular serie de éxito de la BBC.
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Traducción de la crítica de la novela, por Daniel Tessier, para la página web www.doctorwhoreviews.co.uk
AVISO DE SPOILERS
Personalmente, no habría pensado que un banco sería un escenario particularmente bueno para una historia de Doctor Who. La gran presión del mundo de las financias es un argumento potencial, desde luego, pero no la clase de cosa que asociaría con la serie. Para ser franco, me parecería un escenario aburrido para una aventura Who. Pero por supuesto, estaría equivocado.
Los días contados es una novela de Doctor Who especialmente bien escrita. No deberíamos esperar menos, la primera novela de Naomi Alderman publicada en 2006, Disobedience, revolucionó las listas de bestsellers y ganó tres premios literarios. Por lo tanto uno se esperaría algo especial. Alderman crea un ambiente diferente para Doctor Who; uno sobre una amenaza financiera, en vez de los peligros que normalmente afronta el Doctor. Pero no te alarmes – también hay unos horribles monstruos que se parecen a tiburones amenazando la Tierra.
Alderman usa el escenario de un banco para satirizar nuestra sociedad motivada por la financiación. Todos vivimos en un mundo que ha sufrido recientemente ruinas financieras gracias a la codicia y a la falta de visión de banqueros y prestatarios desinformados. La mayoría de los miles de millones de libras, dólares y yenes con los que negocian cada día no existen de verdad. Alderman tiene un ojo para las inherentes absurdeces de la vida, y nos viene con un magnífico gancho para la historia: ¿y si pudiésemos comprar, vender, y deber tiempo?
Todos tenemos días en los que deseamos tener un poco más de tiempo para relajarnos y hacer cosas – nunca parece haber suficiente. Si alguien te pudiese prestar una hora, sólo un poco para hacer una cosilla importante antes de la fecha tope, no te importaría pagarlo luego con un poco de interés. Naturalmente, el personal del Banco de Lexington salta a la mínima oportunidad; el suyo es un mundo donde todo el mundo tiene que dar la impresión de que pueden hacer cinco horas de trabajo en sólo una. Tampoco es que estén dispuestos a firmar contratos así como así. Los Señores Symington y Blenkinsop, aparentemente apacibles comenciantes, se acercan individualmente a cada persona, ofreciéndoles lo que parece ser una tremenda ventaja sobre sus iguales.
Nada de lo que pasa en el banco funcionaría si no hubiera personajes verosímiles envueltos. Gracias a Dios, Andrew Brown y Sameera Jenkins, dos condescendientes candidatos para el mismo ascenso, creíbles y, durante la mayor parte de la historia, simpáticos, para que nos importe si sus esperanzas de vida sean consumidas por las apaleantes cantidades de interés. El Doctor y su equipo encajan sorprendentemente bien en el ambiente bancario, con el Doctor apareciendo en escena como si se adueñara del lugar; Amy disfrutando de su disfraz como animada secretaria; y el pobre de Rory relegado a la sala de correspondencia. Hay una advertencia acerca de esto: tienes que aceptar que Amy puede ser a veces extremadamente estúpida. En cuanto Rory y el Doctor la llaman al mismo tiempo, ésta acaba firmando el contrato de préstamo de tiempo de Symington y Blenkinsop. Ahora, la tentación es obvia, y a estas alturas, ninguno de ellos se ha enterado de la horrible trama alienígena, pero aun así, Amy debería saber mejor que nadie que cacharrear con tecnología temporal sin la supervisión del Doctor podría acarrear serios problemas.
Como Andrew, Sameera y otras personas, Amy acaba abusando de su reloj mágico, al igual que muchos de nosotros con sus tarjetas de crédito. Pronto queda claro que algo muy peligroso está ocurriendo. El abrupto número de trabajadores muertos debería haber servido como una pista para el personal de Lexington, pero aun así, ¿cuánta gente continua trabajando a pesar de los ataques al corazón e ignora los evidentes riesgos de salud de sus trabajos? Poco después, el interés de Amy se ha acumulado hasta sobrepasar su esperanza de vida, y los tiburones la persiguen. Los sucesos se llenan más de acción, con el tradicional sabor Whovian, durante la segunda parte del libro, pero el subtexto financiero nunca desaparece por completo. La locura de pedir tiempo prestado se extiende por todas partes. Hay una especulación fascinante de las posibilidades en cuanto a la manipulación del tiempo, ya que los villanos retroceden en el tiempo múltiples veces; los acontecimientos reciben una vuelta de tuerca para proporcionar resultados óptimos; y cierta herramienta del futuro deja de funcionar ya que los ancestros de los inventores que habrá algún día no pueden pagar las hipotecas de sus vidas. Parte de la lógica es un pizca floja, pero la increíble cantidad de ideas que se expone es impresionante.
Naturalmente, el Doctor salva el día, usando su ingenio y astucia, por no mencionar una gran cantidad de violencia hacia la cara propiedad. Al final, la organización malvada tras el esquema es derrotada por su propia avaricia. A pesar de que el banco no llegue a salvarse; seguirá quebrando, aunque parece que Andrew y Sameera se librarán de sus peores consecuencias saliendo del negocio. El Doctor dará la vuelta a la tortilla, pero la lección seguirá siendo la misma: lo que te presten hay que devolverlo. Los días contados es una narración ingeniosa, creativa y emocionante sobre la manipulación de una inteligencia alienígena, en la que el verdadero villano resulta ser el interés compuesto.